miércoles, 29 de abril de 2009

La Visita: Frontineti.

Hace poco conocí a Frontineti. No se si le vi antes en los Enlaces Luneros de La Carcel de Papel (en los que Álvaro se preguntaba si es posible juntar tebeos, frontenis y matemáticas mientras ofrecía un enlace a la página de nuestro "visitante") o como seguidor de este blog desde el que escribo. El caso es que me acerqué a sus blogs y descubrí que Frontineti y yo tenemos bastante en común.

Lo primero, desde luego, nuestro vicio que también es el vuestro; Los comics. (sobretodo SU Watchmen, que reza haberlo leído una veintena de veces y tenerlo en cuatro ediciones distintas.)
Y después nuestra devoción por los deportes de raqueta. (Él con su frontenis y yo con el squash, deporte que me encanta y practico bastante a menudo) y la música que a los dos nos entusiasma (aunque también diferimos un poco en gustos) que es precisamente de lo que habla en su otro blog.
Por desgracia en las matemáticas no somos tan iguales pues en ese campo, he de reconocer que, un cero a la izquierda tiene más valor que yo.

En su visita, aparte del revés a media altura que se me atraganta en más de una ocasión, hablamos de comic y del Miracleman del señor Moore.


Uno de mis tebeos favoritos es Miracleman, el del genio inglés Alan Moore. Aunque la serie fue continuada, de manera magistral, por Neil Gaiman y Mark Buckingham, voy a hablar en este post de la obra de Moore con varios dibujantes, como Garry Leach, Alan Davis, Chuck Beckum, Rick Veitch y John Totleben.

Aunque la obra original se compone de 16 comic-books publicados por la editorial norteamericana Eclipse, en España la publicó Comics Forum - Planeta de Agostini en 11 números desde marzo de 1990 hasta enero de 1991.


Gaiman continuó la colección, firmando los números 17 hasta 24 acompañado por un camaleónico y experimentador Mark Buckingham en el apartado gráfico. Esta obra, que yo considero distinta a pesar de representar una continuación directa, es digna merecedora de estudios y artículos, aunque lamentablemente no ha visto la luz en castellano.

Moore recoge un viejo y ñoño personaje que es una copia evidente del Capitan Marvel / Shazam de DC, llamado MarvelMan y posteriormente MiracleMan (por problemas de derechos que acompañarán a este personaje a lo largo de toda su trayectoria). Ese pasado naif que refiero lo incorpora Moore con suma habilidad a un presente mucho más oscuro, desolador y socialmente consciente en el que nos encontramos al protagonista, Mike Moran, en 1982.


Estupenda elección de dibujante para los primeros capítulos de la serie: Garry Leach, con un acabado elegante, muy realista y bastante oscuro, aporta la separación necesaria de estilo entre los capítulos “antiguos” y los actuales. Cargamentos nucleares, paro, relaciones de pareja… son ahora los parámetros en los que se mueve Moran, olvidado de su pasado superheroico hasta que un accidente en una central nuclear le devuelve, de golpe, sus poderes, su gloria y la memoria. Que no el conocimiento.


No es mi intención desvelar la trama de esta obra maestra, pero sí aportar algunas claves para su lectura. Una de ellas es la existencia en la mente de Moore de un pasado, un background de la historia, que nos muestra en pequeñas dosis, dejándonos apreciar así la coherencia de toda la obra. Este recurso lo utilizará más adelante en muchas de sus creaciones posteriores, como por ejemplo Watchmen (recuerden todo lo que nos llega a contar o insinuar sobre los Minutemen), Supreme o Tom Strong.

Otra característica de Miracleman a tener en cuenta es el tiempo transcurrido entre la escritura de los primeros capítulos y los últimos, ya del tercer y último libro: 7 años (desde 1982 hasta 1989) en los que Moore, además, publica Swamp Thing y Watchmen. Esto no se traduce apreciablemente en una merma de consistencia argumental, aunque sí se nota en el libro III una mayor carga literaria, que personalmente agradezco enormemente.

Destacable también la elección de dibujantes, a los que Moore se acopla como un guante, como suele ser habitual en él. La única pega en este aspecto es la inclusión en la lista de artistas de Chuck Beckum, que no parece encajar en la serie o quizá no ha captado la esencia de este Miracleman. Personalmente destacaría el increíble trabajo de John Totleben en los últimos capítulos, consiguiendo redondear una obra casi perfecta. La compenetración entre guionista y dibujante, heredada de su paso por Swamp Thing, queda patente en los capítulos del libro III (Olimpo), que en España vimos desde el número 8 hasta el 11.


La visión que Moore aporta en esta obra al concepto de superhéroe es opuesta a la que él mismo gestó en Watchmen, aunque ambas pueden ser complementarias. Miracleman representa la visión del superhombre como Dios, ser omnipotente que está (en todos los sentidos) por encima del ser humano y puede ocuparse de éste como le venga en gana. Si en Watchmen Moore nos contó que los superhéroes son sólo personas, de hecho seres desequilibrados en muchos aspectos, en Miracleman nos cuenta otra historia distinta. Después de todo esto, ¿qué?


Creo que al ataúd que representaba el cómic de superhéroes a finales de los 80 le faltaba un clavo por poner, y ese clavo fue este Miracleman. Moore ya había puesto varios clavos antes, pero con esta obra cerró la tapa para siempre. Desde entonces, no ha habido aportaciones originales al género superheroico, sólo revisiones de lo que Moore y Miller hicieron en los 80, o bien de lo que otros autores (Lee y Kirby en los 60, por ejemplo) habían creado anteriormente.

Leyendo últimamente la trilogía de Rick Veitch sobre el superhombre (El Uno, el Maximortal y Niñatos), veo una gran cantidad de nexos entre estas dos obras, que algún experto debería desglosar y analizar adecuadamente. El propio Veitch afirma en una entrevista de 2001 que los libros I y II de Miracleman le influyeron poderosamente en la creación de El Uno. Por cierto, Rick Veitch es el dibujante de uno de los capítulos más emocionantes e impactantes de toda la serie: “el nacimiento de la hija de Miracleman en una secuencia real y en directo”, como reza la portada del número 7 español.


Si pudiera pedir un deseo para este 2009, año en que por fin veremos publicado el Cerebus (bueno, una parte) y reeditado el Zot de McCloud, sería sin duda la resolución definitiva sobre los derechos de publicación de Miracleman, tanto la parte de Moore como la de Gaiman, para que alguna editorial española se lanzara a la digna edición que estas obras, sin duda, se merecen.

Varias páginas de la obra:

martes, 28 de abril de 2009

Long John Silver 1: Lady Vivian Hastings.

Edición original: Long John Silver 1: Lady Vivian Hastings
Fecha de edición: abril de 2009
Guión: Xavier Dorison
Dibujo: Mathieu Lauffray
Formato: Libro cartoné, 60 págs., color.
Editorial: Norma Editorial.


Es fácil que caiga yo en la compra de un “comic de piratas” no hace falta mucho para que me embarque en su compra, siendo ésta una temática que me apasiona como así se puede notar por la imagen que me representa en este blog.

Dentro de esta temática en literatura cabe destacar obras como El Corsario Negro de Salgari, La Taza de Oro de Steinbeck o, la que nos ocupa, La Isla del Tesoro de Stevenson.
La Isla del Tesoro a dado origen al pirata de ficción más conocido, con permiso del Capitán Hook de Peter Pan, que nos ha dado la literatura de aventuras.
Long John Silver es descrito por Stevenson como un pirata con la moral y los principios de un bacalao, que no dudará en pasar a cuchillo a toda su tripulación para subsistir, pero también como un hombre de coraje y sabiduría.Y es justo esta ambigüedad moral la que utilizó Stevenson para crear un personaje, que aún siendo secundario, ha logrado destronar del papel protagonista al personaje principal del libro. El joven Jim Hawkins.



Xavier Dorison y Mattiu Lauffray se basan en este personaje y en la Isla del Tesoro para ofrecernos el comic del que hoy hablamos.
Así pues solo era cuestión de tiempo que tras haberse (por fin) editado el primer número de esta serie en castellano, corriera yo a mi tienda de comics para volver a navegar bajo la tan temida bandera negra

Vivien Hastings es una rica heredera que ve como su fortuna se agota y como su marido la dilapida en el nuevo continente en busca del Dorado. Hace tiempo que no sabe nada de éste, así Vivien idea un plan que consiste en engañar a un viejo adinerado haciéndole creer que el hijo que espera es suyo (cuando podría ser de cualquiera de sus muchos amantes) y así salvaguardar su estatus.
El maquiavélico plan de la pérfida dama se ve desbaratado cuando su cuñado regresa desde las Américas para vaciarla de todo bien por orden de su marido.
Lord Hastings, el posible antagonista de la historia, ha encontrado lo que podría ser el ansiado Dorado siguiendo un viejo mapa.
Vivien, lejos de resignarse, contratará a Long John Silver para que la acompañe junto con sus hombres y quitar a su marido el posible tesoro.



Hasta ahora, poco tiene que ver esta obra con la novela de Stevenson que no sea la utilización de algún nombre como el Dr. David Livesey o el propio Long Jonh Silver así como la descripción de dichos personajes y bien podría haber sido escrita utilizando unos nombres más anónimos. Ahora bien, el uso de estos nombres y el tratar de hacer una continuación de la obra del literato escocés (por mucho que se camufle de homenaje que, por supuesto, también lo es) le da a la obra un halo quizás aún más interesante no carente de riesgo.
Otras obras anteriores (como la bastante peor, Siete Piratas) ya lo habían intentado en el comic sin éxito ninguno.



Xavier Dorison y Mattiu Lauffray se embarcan en esta aventura con un guión sólido (lo que conocemos, que aún nos queda posiblemente lo mejor pero, la verdad es que, la serie promete) bien estudiado y una trabajada caracterización de los personajes.
En este álbum Dorison, que ya ha demostrado su valía como guionista en otras series como El Tercer Testamento, West o Prophet (donde comparte autoria con el dibujante del comic que hoy tratamos), nos hace una exhaustiva presentación de Vivien Hastings y a su vez una descripción a grandes rasgos de los ya conocidos Dr. Livesey y Long Jonh.
Lauffray, es un gran dibujante que se maneja como pez en el agua con las sombras y oscuridad en las que se ve envuelto este álbum, que lejos de perjudicarle, beneficia su labor. Un dibujo que abusa, por poner una nota negativa, a mi entender algo de los planos cortos, cualidad a la que no termino de acostumbrarme.



Es ésta, por tanto, una serie que augura calidad y entretenimiento a partes iguales y es por esto que esperaré y seguiré el próximo número (ya publicado en Francia) con entusiasmo.

Un saludo.

Otros comentarios a esta obra:

Iluvatar en Bdspain.
PAblo en El Lector Impaciente.
Blueberry en Fort Navajo.
Octavio en Estodigo.

sábado, 25 de abril de 2009

Berthet Ex-Libris y Algo Más.