martes, 10 de marzo de 2009

Lecturas: El Reductor de Velocidad.

Edición original: Le réducteur de Vitesse
Fecha de edición: abril de 2008
Guión y Dibujo: Christophe Blain
Formato: Cartoné, 80 págs.
Editorial: Norma Editorial.



El Reductor de Velocidad consiguió en el año 2000 el premio Alph-Art coup de cœur en el festival de Angoulême. Álbum y premio que le valdría a Christophe Blain para darse a conocer como autor completo.

Es interesante esta lectura para conocer a un joven Blain con detalles e ideas que más tarde ha sabido pulir y remozar para sus posteriores obras, un Blain que en este comic ya empieza a demostrar ser un autor con ideas frescas. Un Blain que se ha convertido en uno de los más aclamados e influyentes autores de la BD actual, que en sus obras premia el guión, excelentemente trabajado, los diálogos, que llevan fácilmente al lector a la reflexión, y la secuencia de viñetas, hábilmente escogidas sobre un dibujo impreciso y desfigurado que hace que, en un principio, cueste un poco estrenarse como lector de este autor y que una vez hecho, sea difícil desengancharse de su forma de narrar.



Para esta obra, Christophe Blain, nos introduce en un agobiante y claustrofóbico viaje a bordo del acorazado “El Belicoso”.
El Belicoso es la apuesta del protagonista, el oceanógrafo Georges Guilbert, para saciar sus ansias de viajes y aventuras, pero en principio, parece una apuesta perdida. El gran navío es viejo y está casi siempre inutilizado en el muelle, a pesar de la guerra, esperando que lo reparen de alguna avería.
Por eso cuando Guilbert embarca, Louis Blinault, escritor que comparte con el protagonista el puesto de timonel y con el que pronto entablará amistad, le abre los ojos contándole como es la vida dentro del acorazado y como en el poco tiempo que él lleva dentro, aún no ha conocido siquiera el mar, por lo que, piensa Louis, no es el mejor lugar para vivir aventuras.

Pero el escritor se equivoca y pronto, en el viejo barco, vivirán la aventura más intensa y peligrosa de toda su vida, eso si, no la aventura que cualquiera de ellos había imaginado.

Cuando el barco ya se ha hecho a la mar, creando molestias para los estómagos nada acostumbrados de los dos timoneles, el nervioso y marginado cabo Nordiz, les invita a una excursión clandestina a las entrañas del navío (prohibida para todos los marineros excepto los mecánicos), con la excusa de que allí abajo notarán menos los mareos, ambos aceptan y llegarán al mismo corazón de El Belicioso. El reductor de velocidad. Pieza clave para el correcto funcionar del acorazado.



La sensación de cruzar los límites de lo permitido y el peligro que esto entraña y las ansias de aventuras de los protagonistas de la excursión, pronto tendrá las primeras consecuencias.
Blinault, ansioso por describir lo que estaba aconteciendo y viendo de repente algo interesante que contar en el libro que pretendía escribir, se echa mano al bolsillo y saca de él un pequeño lapicero y un sacapuntas con tan mala suerte, que el sacapuntas cae de su nerviosa mano y va a parar dentro del reductor de velocidad, averiándolo.

El submarino enemigo que desde hace un tiempo los acosa y que Blain, magistralmente, nunca muestra si no que sabemos de su presencia por los diálogos de los marineros que pueblan El Belicoso, tendrá una ocasión especial para deshacerse del gran navío.

Nuestros protagonistas enseguida empiezan a imaginar consejos de guerra y una muerte segura acusados de traición y a partir de ese momento, se ven obligados a una angustiosa huida por los no menos agobiantes pasillos laberínticos de El Belicoso.



Blain, nos muestra quizás su obra más personal tiznada de autobiografía (el autor, y según nos dice la editorial en la contraportada del comic, nos relata parte de sus vivencias durante sus años de servicio militar) y se puede notar en la obra cierta desaprobación y crítica al ejercito y sus mandos.

Por lo demás, nos encontramos ante un buen comic y una estupenda forma de conocer a este autor al tratarse de una obra autoconclusiva para, más adelante si nos gusta, sumergirnos en sus obras más redondas como pueden ser Isaac el Pirata o Gus.

La edición de Norma es buena, como casi siempre, aunque se han comido los bocetos y explicaciones del “cómo se hizo” de la edición francesa.

Un saludo.

Otros comentarios de esta obra:

El Tio Berni en Entrecomics.

Jorge en Filocomic.

Álvaro Pons en La Carcel de Papel.

PAblo en El Lector Impaciente.

2 comentarios:

PAblo dijo...

Un cómic estupendo. Claro que yo soy un taliban de Blain. En obras posteriores, Isaac y Gus, la cosa incluso mejora.

Impacientes Saludos.

Angux dijo...

PAblo>>
Lo se, lo se.
Se que la cosa mejora pues he leído el primero de Gus y los 5 publicados por aquí de Isaac.

Se que eres una especie de Taliban (pero con neuronas, al menos una ;D)de Blain por que sigo tu estupendo blog a diario como ya sabes.
De hecho tu reseña fue una de las "culpables" de que me comprara este comic que, aunque me gusta Blain, al principio en la tienda no me terminó de convencer.
Aunque tardé en hacerlo ya se sabe; más vale tarde que nunca.

Un saludo.